Para mí la literatura es como una ola que rompe. Todas y cada una de las olas son diferentes, por eso son realmente maravillosas. Suaves, rítmicas, acompasadas, embravecidas, cada una con su mecer, fuerza y color. Al igual que cada vez que tomo un libro entre mis manos. Los hay que explotan en fuego contra las rocas, los hay de arena, los que hacen dibujos jugando sobre la espuma en la playa, e incluso, los que, valientes, se remontan río arriba en busca del manantial de la vida. Olas pequeñas que en su momento fueron titanes. Olas soñadoras, a merced del viento. Las que a pesar de su cansancio y desorientación lo siguen intentando. Así percibo la Literatura, como las olas con sus historias que me salpican la piel, transmitiéndome sus preocupaciones, sus ilusiones, sus cánticos, su salitre.
Cada año, los Premios Euskadi de Literatura nos traen nuevas olas. La misión de estos premios es dotar del reconocimiento merecido a las obras publicadas de mayor calidad y por supuesto a sus autores, además de propiciar la creación y difusión de nuestra literatura. Al igual que a Lola, la protagonista de "Jenio Gaiztoa" de Pello Añorga, las olas del libro me impresionan, creándome curiosidad para seguir leyendo. "El club de los faltos de cariño" de Manu Leguineche es una ola que infunde alegría de vivir y que me contagia curiosidad por la vida. Por su lado Josu Zabaleta con "Gaueko gezurrak", la traducción de Las mentiras de la noche de Gesualdo Bufalino, nos presenta una serie de nocturnas y mentirosas olas. Y en "Antzararen bidean", Jokin Muñoz nos enseña, en profundidad, una ola que sólo conocemos superficialmente.
He aquí las mejores olas de la literatura vasca de este año. ¡Cojan la buena txanpa!