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Ser bertsolari
A principios de los años 1990, y gracias al impulso de algunos enseñantes
de las Ikastolas y de la Asociación Bertsularien
Lagunak, empezaron a darse algunas clases, dentro del horario escolar,
de iniciación al arte de la improvisación versificada.
Los niños de las clases de bertso con
el busto del bertsolari
Mattin en Ahetze (XDZ)
Un poco más tarde, la asociación tomó la decisión de contratar a un
enseñante que había adquirido ya una sólida experiencia en la materia.
Decisión que resultó ser muy eficaz : en pocos meses se crearon «
clases » de bertso en Hendaya, San Juan de Luz y Bayona.
Movimiento que creció en los años siguientes, dispensándose clases de
bertso en las Ikastolas de Hasparren, Ustaritz, Cambo, Saint-Just-Ibarre,
Saint-Jean-Pied-de-Port y Chéraute.
Así pues, el arte de la improvisación versificada conoce un renacimiento
claro y se desarrolla en el País Vasco de Aquitania en su
conjunto.
Muchos son los niños que le han cogido el gusto al bertsolarismo. Amets
Arzallus y Sustrai Kolina, actualmente considerados entre los mejores,
pasaron por esas clases.
Sin lugar a dudas, el relevo está garantizado : Miren Artetxe, Xumai
Murua, Eneritz Zabaleta, Mizel Mateo, Patxi Iriart, Gillen Hiribarren, Aimar
Karrika y Odei Barroso.
Prueba irrefutable de que la enseénanza del bertsolarismo ha comenzado a dar
sus frutos.
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Los guías
Unos bertsolaris les acompañan en este sitio. A lo largo de su visita:
hagan « clik » en su retrato para descubrir sus comentarios.
Xalbador
"Entre los dieciséis y los diecinueve años, canté numerosas
improvisaciones. Aunque no tenía el mismo nivel que esos improvisadores a
los que tanto admiraba, me entrenaba ; y creedme, hacía enormes
esfuerzos para llegar a algo.
Cuando estaba solo, no paraba de ensayar : improvisaba bien o
mal ; después con tiempo, intentaba arreglar y mejorar mis
estrofas.
Esto último era lo que mejor se me daba".
Amets Arzallus
"Cuando era pequeño, éramos muchos los que íbamos a clase de
improvisación a la escuela donde se trabajaba mi padre. Lo cual no era nada
raro.
Me acuerdo de que muchos de mis compañeros de clase, que hoy juegan al
rugby o hacen otras actividades, venían con nosotros a la escuela de
improvisación. Pero quizás, con el tiempo, el ambiente de la improvisación
quedó demasiado alejado de sus preocupaciones. Lo cierto es que en esa
época, yo no era el único, la improvisación se consideraba como una
actividad más.
Empecé primero a aprender en la Escuela de Improvisación de Hendaya, y
nos fuimos dos años después, a Oiartzun : No quedábamos más que dos
alumnos en Hendaya, insuficiente para mantener las clases.
Sólo, algo más tarde se formaría un grupo importante en Hendaya. Cuando
comencé la carrera de periodismo en Bilbao, fui a clase de improvisación en
Azpeitia. Y actualmente vamos los miércoles o jueves por la noche a
Oiartzun : nos juntamos para cantar y no perder el ritmo"
Sustrai Colina
"He tenido mucha suerte. En casa siempre pude hacer lo que quería. Fue
así como aprendí a asumir responsabilidades y me pude dar cuenta por mí
mismo, haciendo errores, de lo que estaba bien y mal.
Mis padres me han dicho siempre que encontraría en la improvisación
valores que me serían indispensables toda la vida.
Por ejemplo, el hecho de saber comportarse ante un público me ha sido muy
útil cuando he tenido que hacer exámenes. Me decía que si era capaz de
improvisar algo delante de cien personas, recitar lo que había aprendido de
memoria, ante una sóla persona, no tenía que ser tan difícil. Cuando éramos
niños, en la Ikastola, los demás en general, tenían miedo de hablar en
público , mientras que nosotros, siempre hemos tenido más facilidad en ese
sentido.
Después, en el escenario, nos mostramos como somos, o al menos desvelamos
publicamente aspectos de nuestra personalidad. Lo que nos obliga a asumir
facetas de nuestra personalidad que pasan a ser públicas.
Visto así, estoy convencido de que la improvisación tiene un gran valor,
principalmente durante la adolescencia… En ese momento en el que hay que
aceptarse a sí mismo, es una disciplina que va a ayudar al niño, capaz de
subir al escenario con todas sus imperfecciones, a sentirse bien"
Miren Artetxe
"Doy clases de improvisación a alumnos de 9/11 años en Hendaya. Lo que es
importante, es que los niños pasen un momento agradable. Es inútil
explicarles lo magnífica que es la improvisación : ellos lo deben ver
con sus propios ojos, lo deben tocar con sus manos.
Pienso que debemos utilizar la improvisación como pretexto para pasar un
buen rato, para que hablen en euskera, para trabajar la expresión y que se
acostumbren a eso, para trabajar también las relaciones y el grupo, ya que
el grupo es esencial en la improvisación. Y pienso que es lo que estamos
consiguiendo hacer, gracias a un proyecto que llevamos a cabo actualmente en
el País Vasco Norte. Los que empezaron hace tres años están todavía
aquí.
Mi objetivo no es hacer improvisadores, sino que cojan gusto a improvisar
versos, a jugar con las palabras, y si hay, cerca de su casa, un encuentro
de improvisadores, que se organicen para poder ir … Con eso me basta"
Patxi Iriart
"La improvisación me permite pasar un buen rato con mis amigos. Somos
conscientes de que así mantenemos vivo el Euskera y para nosotros es
importante. La improvisación te da una facilidad de palabra ante el
público.
Yo, que soy más bien tíimido, gracias a la improvisación me expreso más
fácilmente en público o cuando debo hablar en clase. Cuando estábamos en el
colegio, como la improvisación no estaba « normalizada » en el País Vasco
Norte, los otros chicos se reían cuando se enteraban de que practicábamos la
improvisación. El improvisador no era como los otros.
Ahora las mentalidades están cambiando, pero pienso que Amets, Sustrai y
los de esa generación han sufrido más con ese tipo de situaciones. En lo que
a mí se refiere, la improvisación se ha convertido en parte integral de mi
vida, y aunque no sea un gran bertsolari, seguiré apoyando la improvisación,
e iré a aplaudir a los otros improvisadores.
Está claro que esta disciplina exige que se le dedique mucho tiempo, por
ejemplo Sustrai y Amets se producen todos los fines de semana en un sitio
diferente…
Además, hay que entrenarse, encontrarse una o dos veces por semana. Pero
es un compromiso que estoy dispuesto a asumir"
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