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Kristofferson y Costello, camaradería en el backstage

Elvis Costello y Kris Kristofferson intercambiaron en camerinos muchos gestos de camaradería. Ambos intérpretes estuvieron cordiales y se prodigaron continuados guiños de reconocimiento mutuo. Kristofferson durmió en el autobús en el que viaja con su familia y el conductor en el hotel. Elvis Costello no cena ni prueba bocado alguno momentos antes de salir al escenario.

Arturo García
27/07/10 La camaradería, las buenas maneras y el 'pase usted primero' que han estado a la orden del día fuera de los ojos del público en la Trinidad se elevó a la enésima potencia con Kris Kristofferson y Elvis Costello. El antes, durante y después de su velada compartida sirvió para derribar apriorismos y prejuicios. Sobre todo en torno a Elvis Costello, que le ponen a uno a en guardia y a silbar para otro lado a la que la figura de Declan McManus emergió silenciosa por el, más que callejón, desfiladero de acceso que conduce a las carpas-camerino tras el escenario.

Alguna actitud airada al inicio de su carrera, salidas de tono en sus años disipados y entrevistas de respuesta arisca han alimentado una, a tenor de lo que se vio el domingo en la Trini, o inexplicable o inmerecida o ya superada fama de eso que se conoce como artista difícil.

No sólo no se vio nada de eso, sino que fue justo todo lo contrario. Entre ambos, con la gente de la organización y acompañantes, desde la esposa de Kristofferson, que lleva las riendas y se ocupa hasta del mínimo detalle con discreción a los afables músicos de Costello.

Ensayaron a media tarde las tres piezas sorpresa donde compartirían escenario durante el set de Elvis Costello: dos de Kristofferson y un tercero, escrito entre la hija de Johnny Cash, Rosanna, Kristofferson y el británico. O por lo menos así la firman, aunque de la forma en la que se le atascaba una parte de la letra a Kristofferson cualquiera lo diría. Ahí anduvieron, entre risas cómplices, con Costello insistiendo en tono distendido con el pie que precedía al párrafo de marras.

Kristofferson se quedó en blanco con la letra y tarareó

De nada sirvió. Fue llegar a esa parte en el bolo, y a Kristofferson se le fue el santo al cielo, tesitura que solventó con lo habitual en estos casos: tararear y mover los labios. Lejos de emborronar su figura, si algo hace ese detalle es humanizar más si cabe a un tipo con aire de forajido que avanza dentro de unas castigadas y raídas botas ya al límite de su resistencia por el trote.

Ahora que se ensalza una y otra vez como todo un hito la sencillez y cercanía de artistas y deportistas que triunfan en la élite del deporte y la música ligera, no está de más observar la forma en que músicos de esta especie, trabajados, curtidos, contrastados, baqueteados y hasta infravalorados, como Kristofferson, se mueven hoy por los escenarios cuando se encuentran: se jalean, felicitan, se aplauden, animan y escuchan con deleite mientras el otro interpreta su recital.

Costello sacó fotos a Kristofferson con su móvil

Ahí estaba el 'temible ogro' Costello, sacando medio escondido con su móvil fotos de la actuación de Kristofferson como de estrangis, al pie de la escalera trasera que da acceso a la tarima y desde donde la siguió entera. Se golpea el corazón cuando toca una de sus favoritas, solicita ver las fotos que le han hecho con el tejano, se entusiasma con una y pide que se la envíen.

Dos detalles dan a su vez la medida del talante de Kristofferson. Viaja en un autobús caravana de su propiedad con su familia y un conductor profesional. El autobús estuvo aparcado en la puerta del hotel contratado por la organización para alojar al artista durante su estancia. Kristofferson, su mujer y sus hijos duermen en el vehículo. El conductor, en el hotel. El domingo, en la Trini, les dejó 50 euros de propina a las empleadas encargadas de custodiar y distribuir el catering de los artistas.

Para el que estaba de más el catering era para Costello. Tiene por hábito no probar bocado antes de actuar. Bueno, algo picó: un limón a pelo en dos mitades, práctica beneficiosa por algún motivo que debe tener por costumbre por la familiaridad con la que no se le vio hacer una mueca ni torcer el gesto ante el sabor del ácido. Porque no chupó el jugo, se lo comió entero literalmente a mordiscos. Como luego hizo con el escenario.

Programa del Jazzaldia



Top Jazzaldia

Espectadores del sábado

  • George Benson: 1.774
  • The Claudia Quintet, Archie Shepp Quartet + Mina Agossi: 1.537
  • The Divine Comedy: 4.500
  • The Pains of Being Pure at Heart: 11.000
  • The Jouby’s: 3.200
  • New Project Swing Orchestra: 3.000
  • Frederic Borey Quartet: 250
  • Los Wachisneis: 450
  • Antoni Tolmos Trio: 550
  • Pájaro Sunrise: 300



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