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Real Sociedad-Villarreal: Mejor perder un partido que el estilo

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Iñigo Martínez, con los brazos en jarra al término del partido ante el Villarreal. / J.M. LÓPEZ

  • La Real fue fiel a su idea, llevó el peso del partido y mereció más pero se vio sorprendida en la última jugada

Dicen que cuando no se puede ganar no hay que desdeñar el empate. Y es cierto, pero esta apreciación conlleva un toque ventajista porque normalmente se emplea una vez conocido el desenlace de la película. Y muchos partidos se ganan porque hay un equipo que apuesta por ello, aun a riesgo de dejar descubierta su espalda. Ese fue la Real, que esta vez pagó caro su descaro y haber llevado el peso del juego durante toda la mañana para resultar ajusticiada por una acción final de Castillejo que dejó helada a la grada de Anoeta. La derrota no fue merecida pero el fútbol no entiende de méritos sino de aciertos. Y el Villarreal fue el más certero.

Si observamos el partido desde lo cuantitativo el golpe fue importante, porque los de Eusebio trabajaron mucho para dejar a los castellonenses a ocho puntos en la tabla y ahora se quedan a dos. Pero si lo hacemos desde el juego, podemos estar satisfechos con su comportamiento. Ver a uno de los conjuntos que mejor fútbol ha hecho en los últimos años atrincherado en un tercio de su campo mientras la Real le movía de un lado a otro es una señal evidente del crecimiento experimentado por el cuadro txuri urdin esta temporada. Faltó profundidad, velocidad en ocasiones en la circulación del balón y la presencia arriba de un Willian José que fue a faltar el día que más se le echó en falta por la forma en la que se dio el encuentro. Pero incluso así las mejores opciones fueron locales, con tres cabezazos de Navas, Juanmi y Bautista que no vieron portería de milagro.

A pesar de la derrota, el colchón europeo se mantiene en dos partidos después de que Eibar, Athletic y Espanyol no sumasen y ahora lo que toca es recuperar fuerzas para ganar el viernes en Las Palmas.

Una muralla amarilla

Parecía que el Villarreal llegaba como víctima propiciatoria después de ser goleado por la Roma en casa y haber obtenido solo una victoria en sus diez últimos partidos oficiales, pero ya les recordaba en la previa dos datos que invitaban desconfiar. El primero se refería a su condición de bestia negra para la Real –ya son diez los partidos de Liga seguidos sin ganarle– y el segundo, a que no ha perdido esta temporada ante los cuatro primeros, Real Madrid, Barcelona, Sevilla y Atlético. Y los de Fran Escribá fueron a reaccionar en el peor día, demostrando su competencia en el aspecto defensivo. Solo ha recibido quince tantos en 23 partidos, el menos goleado de la categoría. Ahí fue a estrellarse la Real.

Eso sí, sorprendió el repliegue intensivo que empleó durante la primera hora, encerrado con todos los jugadores en campo propio. Quizás se trataba, después del esfuerzo del jueves ante la Roma, de reducir el partido al tramo final y evitar el cuerpo a cuerpo hasta entonces como un boxeador que rehúye los golpes del adversario. Ante eso los de Eusebio trataron de armarse de paciencia y buscar el camino hacia la victoria a través de largas secuencias de ataque que acabaran por agotar al contrario. Pero no salió bien.

La primera parte resultó de desgaste, con un dominio local apabullante del balón y del juego, pero pocas ocasiones reales. La Real dio en este periodo tres pases por cada uno de su rival –266 frente a 90– con un éxito en la entrega del 88% frente el 63% de los amarillos. Para tratar de buscar nuevas alternativas que abriesen la muralla contraria Vela y Oyarzabal trataron de moverse más por dentro, buscando sacar de sitio a Trigueros y Bruno para desde ahí meter el pase ganador. De esa manera las bandas quedaban libres para las incorporaciones de Odriozola y Yuri, pero a pesar del entusiasmo ofensivo de ambos no llegaron buenos centros desde las esquinas. El único claro lo puso Iñigo para el cabezazo de Juanmi en la segunda mitad.

En el arranque la Real funcionó gracias a un Prieto muy participativo que, al caer Vela por dentro, se movió más hacia el hueco liberado por el mexicano para crear situaciones de superioridad por la derecha a la espalda de Álvaro. En ese perfil provocó tres faltas que llevaron peligro. Sobre todo la primera de ellas, en un envío de Illarramendi que Navas cabeceó en boca de gol tras ganar la posición a toda la defensa rival. Pero su remate salió fuera por poco. Fue una pena porque haber abierto la lata tan pronto hubiera cambiado el guion del partido.

La Real tocaba y tocaba pero no abría a un Villarreal agazapado atrás. Lo intentó también con remates desde fuera del área, con Yuri y Zurutuza como protagonistas, pero no encontraron portería. Se trataba de que el rival no reculase tanto y saliese al menos a tapar esos disparos.

Un final a todo o nada

Tras el descanso no cambió mucho la cosa. Escribá dio entrada a Rodrigo por Trigueros para refrescar el centro del campo y la Real siguió buscando desde el juego la portería de Asenjo. Un grave error de Rulli en el minuto 51 dejó el balón muerto a Bakambu con la portería vacía pero el congoleño la echó fuera. Fue una acción aislada que animó al Villarreal a cruzar a campo contrario. Por entonces Illarramendi y Zurutuza mandaban en la zona ancha y el partido se jugaba en terreno castellonense. Una falta al borde del área lanzada por Vela por encima del larguero fue el anticipo de la mejor opción del segundo periodo. Iñigo se incorporó como lateral y su centró lo cabeceó Juanmi junto a la base del poste tras anticiparse a Musacchio.

Pasada la hora de juego ambos entrenadores se la jugaron, ya que a ninguno parecía valerle el empate. Eusebio dio entrada a Bautista, Canales y Concha por Juanmi, Prieto y Oyarzabal y su homólogo sacó a Sansone y Castillejo. Es cierto que Bautista firmó un buen remate en una segunda jugada tras un córner pero el Villarreal comenzó a insinuar peligro con su velocidad en las contras, sujetadas en un par de ocasiones por la rapidez de Odriozola.

En esa especie de ruleta rusa perdió la Real en la última jugada pero como dijo Eusebio después, no se puede cambiar en unos minutos la manera de ser de un equipo a lo largo de un año. Esta vez salió mal pero haciendo más méritos que el rival normalmente toca ganar.

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